Rafel Ginard expresa su devoción por esta región del Levante y queda embelesado contemplando des la Colonia hasta La Ermita.

Embelesado ante la visión de la explanada de sa Colònia y  los cerros de s'Ermita, hago un descubrimiento: aquí hay un resumen de las bellas artes. Pintura y Dibujo: los colores del monte bajo y del sembrado; los cristales de la tierra labrada y el trazado de las viñas. Arquitectura y Escultura: muros de bancal, cabañas y la grandiosa Serra; las Beques estatuas a medio hacer. Música: sollozos de fuentes, ruido de cencerros y esquilas, silbo de los vientos. Danza: vaivén de las olas, de los pinos y tamarindos. Y, además, como si con esto no hubiera suficiente, estos lugares van firmados por el prestigio de la Historia, la Prehistoria y la Leyenda: cuevas y talaiots; rendición de los moros cerca de la fuente de sa Jonquera; el rey Jaime II cazando en la Devesa; cuentos de ladrones y contrabandistas...

"Visió de sa Colònia" a Croquis Artanencs, 1964 

Traducido por Sebastià Vidal. 

(Sant Joan, 1899 – Artà, 1976). Escritor y folklorista. Estudió en el seminario de Mallorca e ingresó en la orden franciscana. Estuvo en el convento de Sant Francesc de Artá desde 1913 y hasta su muerte. En 1929 publicó el conjunto de Croquis artanencs, un modelo equilibrado entre prosa culta y popular, en la que se recopilan las colaboraciones realizadas para la revista “Llevant” desde 1926. Dedicó innúmeros textos al paisaje de Artá, que le fascinaba. De com era infant (1932) recoge sus memorias de infancia, muy diferentes a las idealizadas memorias de Llorenç Riber: Ginard, en contraste, presenta la vida en un pueblecito de Mallorca a principios del XX, en una narración realista donde no embellece, en absoluto, las penurias y estrecheces padecidas. Optó a los Jocs Florals y fue premiado en varias ocasiones. Durante cuatro décadas se dedicó a la labor exhaustiva de recopilar la poesía popular mallorquina, y fruto de ésta son los cuatro volúmenes del imponente Cançoner popular de Mallorca, publicados con la imprescindible colaboración y complicidad del editor Francesc de Borja Moll, entre 1966 y 1975.

Tanto en su obra de prosa como en su menos conocida obra poética, Rafel Ginard es un auténtico maestro del paisaje. La Colonia de Artá, con advocación a San Pedro, tiene una tradición recuperada de tierra de buenos vinos que nos habla de un paisaje trabajado por la mano humana.

En época prehistórica la presencia de los humanos se atestigua ya en esta zona de la costa. Se han hallado cuevas funerarias en Sa Devesa i en el Turó del Molí, además de Talaiots en Sa Canova y en can Blai. En época islámica existió en los alrededores una alquería, Beni Ferrutx, y en el Llibre dels feits el rey Jaume I explica la resistencia que ofrecieron los árabes desde las montañas de Ferrutx, refugiados en una cueva y con gran abundancia de ganado para resistir el sitio cristiano. Más adelante, en la corta dinastía de Mallorca, el rey Sanç estableció una dehesa real para cazar allí (que ha dado nombre al lugar, Sa Devesa) e introdujeron en ella especies de venado como el jabalí, el faisán y el ciervo, con tanto éxito que incluso los jurados de Felanitx se quejaban del daño que hacían éstos en las cultivos de su munipio.

El origen de esta localidad es una colonia agrícola similar a la de Campos y otras de todo el pais, que fue impulsada por dos hermanos de Alaró, apellidados Homar. Los primeros colonos procedían de Artá y de otros pueblos de la comarca. El cultivo de la viña ha sido y sigue siendo importante, y la uva de la Colònia es apreciada, dado el microclima y el terreno que le aportan una características especiales. Rafel Ginard destaca también su paisaje en varias artículos de las diversas épocas de su serie de Croquis artanencs, dejando constancia de los cambios, vertiginosos, que se producen en el lugar. Otros escritores han escogido este rincón como escenario de sus obras: Bartomeu Fiol, Miquel Àngel Lladó o Miquel Mestre.