¡Un lugar de leyenda!

Jaume Capbou era un niño de 5 años que ingresó en el convento de Sant Domingo de Palma. Unos meses antes, su madre había muerto y su padre pensó que lo mejor para él era ingresar en el convento. Allí, Jaime era feliz y se entretenía tanto como podía. Uno de sus entretenimientos era llevar comida al Niño Jesús de la imagen de la Virgen María que se encontraba en una capilla de la iglesia. Se hicieron tan amigos, que Jesús le invitó un domingo a comer en la casa del Padre. Jaume le contó al prior lo de la invitación, quien le siguió el juego al niño para no hacerle perder la ilusión. Al domingo siguiente, los dos se arrodillaron ante la imagen y, horas más tarde, se encontraron sus cadáveres allí mismo. Dicen que sus almas ya estaban en el cielo, en la casa del Padre, con Jesús.

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