Miquel Ferrà: Casas de Galatzó
Calvià - Es Capdellà

"La passejada" es un poema en el que  Miquel Ferrà describe una noche de tormenta e insomnio en la montaña Galatzó, por donde vaga el alma del Conde Mal.

... Alcé la vista, y qué piñas

Entre los pinos desmelenados!

A contraluz de la luna

cinco cuervos sobre tres ahorcados.

Justo a la cima de Galatzó

llegué, no sé ni cómo.

Recorría su perfil

a oscuras, en pleno chubasco.

En el acantilado mi frente

retronaba empapada.

Me senté junto a una fuente

perdida en mitad del monte.

Bajo los negros chopos

un fantasma me detuvo:

entre regueros de lluvia

que iluminaban los rayos,

el Comte Mal en la pica

abrevaba a su caballo.

“La passejada” A mig camí, 1926

Traducido por Carme Castells. 

Miquel Ferrà

(Palma, 1885 – 1947). Miquel Ferrà cursó estudios de derecho y letras en Barcelona, ​​donde trabajó como bibliotecario y fundó y dirigió la Residencia de Estudiantes. De nuevo en Palma, en 1936, desempeñó un papel activo en la literatura del momento. Fue guía de diferentes generaciones, siempre atento a ejercer una maestría literaria pero también cívica, sobre todo en momentos de adversidad como los que tuvo que vivir al volver a Mallorca, donde la literatura catalana era apartada del uso público y la lengua propia sufría persecuciones y prohibiciones. Autor de una poesía depurada, pulida, de acuerdo con los modelos novecentistas, tan en boga en la Barcelona de sus primeros años de estudiante. El paisaje se valora cuando es humanizado, cuando las actividades agrícolas y ganaderas lo modelan y ordenan. Miquel Ferrà construyó la idea de una Mallorca moderna, culta y moderadamente feliz, que el golpe de estado fascista de 1936 hizo añicos. Miquel Ferrà es el poeta «urbano» de su generación en Mallorca. Su poesía se contiene toda - salvo algunos textos dispersos, recogidos casi todos en el volumen de Poesies completes (1962) - en la recopilación A mig camí (1926), que comprende dos breves recopilaciones anteriores: La rosada (1919) i Cançó d’ahir (1917).

“La passejada” es un poema de desasosiego en el que el poeta describe una noche de tormenta e insomnio en la montaña de Galatzó donde se encuentra con el alma de El Comte Mal.

 

El Galatzó

El puig de Galatzó, de forma piramidal i aislado del resto de cumbres de la Serra de Tramuntana, es una montaña mágica, tierra abonada para la leyenda. Gran parte de su extensión pertenece al predio que fue propiedad del conde de Santa Maria de Formiguera. El segundo conde de la dinastía, Ramon Safortesa, mantenía litigios con los habitantes de sus tierras, y les exigía el cumplimiento todavía de sus obligaciones  feudales. De ahí que la gente le apodó Comte Mal. El carácter maléfico del personaje le condenó a vagar eternamente en las tierras del Galatzó, como castigo a su conducta. Los habitantes de los pueblos cercanos asociaron la leyenda del Comte Arnau, que vaga a lomos de su caballo, a la del conde de Formiguera.

A pesar de que la leyenda se forjarse mucho antes, el comte Mal, como personaje literario irrumpe en Mallorca los siglos XIX y XX, con abundantes referencias a cuentos populares de tradición oral.

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