Bernat Vidal i Tomàs: Cala Figuera
Santanyí

El poeta y farmacéutico de Santanyí ya prevé en este texto la expansión que sufrirá Cala Figuera en el futuro.

Cala Fonollar también ha sufrido lentas modificaciones: antes era un refugio de pescadores; luego llegó un pintor de gran prestigio e hizo comprender a la gente de la comarca que la Cala era bella. Y lo entendieron. Y vino gente de fuera, entre ellos yo. Cada verano aparecían nuevas casitas; algunas, auténticas villas. En el pequeño café de los marineros hubo que poner mantel en una mesa porque de vez en cuando venían turistas. El café se volvió fonda. Años después se abrió otra nueva. Y, finalmente la tercera, el Hostal dels Artistes, con una buena terraza, en la bocana de la Cala: por una parte se ve el mar lejano, azul del todo; por la otra, entre el misterio de los pinos, el verdor del agua que se extiende hasta las dos caletas en las que se bifurca, como una Y griega, Cala Fonollar. [...] Ya no era la Cala tranquila, cobijo de gente valetudinaria. En la Cala, paraíso perdido de mariners i veraneantes que amaban la paz y el orden, se instauraba el pequeño desorden que suele acompañar a la libertad incipiente. Los jóvenes indígenas, admirados ante una libertad de costumbres desconocida, se disponían a hacer uso de ella.

La vida en rosa, 1957

Traducido por Sebastià Vidal. 

Bernat Vidal i Tomàs

(Santanyí, 1918 – 1971). Narrador, poeta y crítico inició estudios de Filosofía y Letras en Barcelona, que quedaron interrumpidos en el verano de 1936. Acabada la guerra, se licenció en Farmacia en 1943. De Monseñor Antoni Pons aprendió a escribir en catalán y también algunas nociones de historia. Durante la posguerra, en Santanyí, alternó la farmacia con una incansable actividad, en pro del cultivo de la literatura catalana, orientanda también escritores más jóvenes, entre ellos Blai Bonet y Antònia Vicens. Colaboró en prensa, participó en tertulias literarias y conferencias. Estudioso de la historia local, publicó una serie de obras sobre Santanyí, sus calas, la ermita de Consolación, los ataques de los piratas berberiscos, entre 1949 y 1964. En 1953 publicó la novela Memòries d’una estàtua y más adelante, en 1958, la colección de relatos ambientados tanto en Barcelona como en Mallorca, titulada La vida en rosa. También cultivó la poesía y publicó algunos poemas dispersos que muestran la influencia del Noucentisme, así como de la generación del 27 española. En palabras de Josep M. Llompart «hizo de su vida un ejemplo de sensibilidad, generosidad y fidelidad a si mismo y al propio país en la época más difícil de humillación y derrota.»

El pintor argentino Francisco Bernareggi se instaló en Santanyí en 1919 e incluso para los lugareños, "descubrió" paisajes, como esta cala - Figuera - en los albores del turismo, y este es el tema de la novela.

Cala Figuera

"El pescado que llega a Cala Figuera es más bueno", decía un viejo pescador lugareño. Así resumía la actividad marinera, casi artesana, que todavía permanece viva en este rincón privilegiado de la isla. Los santañinenses lo llaman sencillamente Sa Cala, sin necesidad de añadir más. Lo forman dos caletas, la de Boira y la de Busquets, que constituyen la desembocadura de dos torrentes. El topónimo aparece en cartas de navegación medievales, cosa que evidencia la importancia de este núcleo pesquero y comercial. Mas adelante, surgió también la necesidad de defenderse de piratas y se construyó la torre llamada de Beu, a mediados del siglo XVI. Pocos debían prever la expansión actual, anunciada en el texto de Bernat Vidal, y debida sobre todo al interés que este paraje suscitó entre pintores, convertidos en descubridores. Tal interés despertó la sensibilidad de los nativos y visitantes, hasta que el turismo se convirtió en el principal -si no único- motor económico del núcleo. Cabe decir que la Cala conserva su belleza singular, y  la entrada en barca, a través del estrecho canal, entre acantilados cual muros de una fortaleza marina, bien merece la experiencia.

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