Albert Herranz: Barrio de Santa Catalina
Palma

Por el año 19... Evarist fue enviado a La Habana por unos padres que no sabían qué hacer con aquel  chico que no quería ser militar según los deseos paternos ni quería tonsurarse según los deseos maternos. Tal vez con la familia con la que vivía en las colonias de ultramar ese  hierro se ablandaría y se dejaría moldear. Así que una fría mañana con la niebla que aún se adueña sobre el puerto y con Dalt Vila relucientemente blanca como un recuerdo de la pretérita Tanit, Evarist se despidió de unos padres que cada vez sentía más lejanos. Cogió el fardo y subió a la pasarela del Buena Esperanza. Pero no duró mucho a bordo. El barco hacía una escala en la capital, en Ciutat de Mallorca y aprovechó para quedarse en tierra. Era joven y todavía tenía muchos motivos para coger el toro de la vida por los cuernos y reírse de él, y así es cómo empezó a frecuentar el arrabal de Santa Catalina. Allí conoció a la gente del sindicato que tanto significaría en su vida.

Els llums encisadors (Las luces hechiceras), 2005

Albert Herranz

(Estocolm, 1970). Escritor y traductor. A caballo entre Suecia y Mallorca, desarrolla su trayectoria cultivando poesía, narrativa y teatro. Entre sus títulos dentro de los diferentes géneros se encuentran  Geografia Interior (1994), Fresas para Tristán Tzara (1997), El jugador de triquet (1998), Incident a Malaco (1999), Ambaixador d’un país inexistent (2000), Els llums encisadors (2005) y Radiografies (2007). También ha colaborado en publicaciones periódicas de prensa y radio, así como en el ámbito de proyectos audiovisuales en programas y documentales.

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