La siguiente canción, recogida en el cancionero popular de Rafel Ginard, evoca unos hechos que ocurrieron en una posesión del término Montuïri, que fueron muy comentados por toda la región.
Ama de Son Vaquer,
ya estáis avisada
que su hija debe tener
una lagartija pegada.
En Son Oms, en la sierra,
una farola han puesto
para dar luz al que entierra
los lagartos en el cesto.
Un tal Miquel Garrover,
cuando de Son Vaquer venía,
decía que conocía
que Francesc Pelut tenía
veinte lagartos en un papel.
De Sant Joan era muchos,
y de Montuïri sólo treinta;
no hubo violencia,
pero tiraron los dragonuchos.
- Madona de Son Vaquer,
¿con los dragones que harán?
- pues haremos butifarra y pan
que mi yerno algo tendrá que comer.
[...]
“Els dragons de Son Vaquer”
Cançoner popular de Mallorca, Rafel Ginard
Traducido por Carlota Oliva. Recitado por Joan Miralles.
Estas glosas nos conectan con una de las dimensiones de la canción oral en Mallorca: su función narrativa, que propicia un sinfín de canciones largas. En este caso, la glosa relata un hecho muy curioso acaecido a finales del siglo XIX en el predio de Son Vaquer, en Montuiri aunque muy cerca de Sant Joan.
Un grupo de jóvenes había organizado un baile, pero dos individuos, llamados Malherba (Malayerba) y Francesc Pelut (Peludo), decidieron tumbarlo. Tumbar un baile era considerada como la mayor ofensa que pudieran sufrir quienes lo organizaban. Generalmente consistía en apagar las luces, quemar guindillas para provocar tos, lanzar ollas llenas de suciedad o tocar a la puerta con insistencia.
En el caso de Son Vaquer, se recurrió a una técnica innovadora: soltaron un puñado de lagartijas, que causaron el pánico entre los asistentes, especialmente de las chicas. Los hechos fueron muy comentados en la comarca y no es de extrañar que surgieran glosas sobre el tema. Las que se reproducen aquí son obra de Sebastià Amengual Vaquer, llamado Redó o de son Vaquer. El autor era un glosador, nacido en Montuïri, en 1829. Es sabido que no fue a la escuela y por tanto, era analfabeto. Dedicó su vida a labrar y a trabajar en el molino del predio de Son Comelles. Murió en Montuïri en 1917, a la edad de 88 años.
El poblado talayótico de Son Forners, excavado durante los años 70, muestra indicios de ocupación desde el siglo VII aC hasta el siglo III de nuestra era y está considerado uno de los poblados mejor conservados y completos de toda la isla. Su emplazamiento actual, sobre una colina, tal vez esté relacionado con el topónimo. Algunos pueblos del Pla cuentan con algún que otro edificio singular, de uso civil o religioso, pero en el caso de Montuïri casi todo el conjunto arquitectónico el pueblo, con su trazado medieval de calles, ofrece un gran interés al visitante. La iglesia fue iniciada en el siglo XIV y ha sufrido diversas reformas. Cabe destacar su retablo barroco en el altar mayor, además del antiguo retablo renacentista, que está ubicado en una de las capillas laterales. La antigua rectoria y la casa de s'Escolà ("del Monaguillo") son dos interesantes edificios situados en el conjunto de la Plaza.
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