Miquel Bauçà: Portocolom
Felanitx

En Una bella història, galardonado con el premio Salvat-Papasseit de poesía 1961, el felanigense Miquel Bauçà evoca el mar en "El vell mariner".

El viejo marinero que conocí

en la isla del Gànguil se curaba las heridas

metiendo los pies en el agua. El mar, jubiloso,

le cosquilleaba las piernas. El viejo marinero

fumaba y en el humo se ahogaban venturas,

peligros, mujeres, juegos y cazallas, pulpos enormes,

peces manta... Un día lo quitaron del trabajo y la Muerte

como un cangrejo de cien patas se le agarró al pecho.

Se fue consumiendo dentro de una camisa blanca

en la taberna del puerto excitando sueños tiernos

con ron y cazalla.

Una bella història, 1982

Traducido por Sebastià Vidal. Recitado por Glòria Julià.

Miquel Bauçà

(Felanitx, 1940 – Barcelona, 2005). «Nací un 7 de febrero del año cuarenta, y el 14 del mismo mes, doce años más tarde, mi madre decidió constituirme huérfano. No sé si fue para vengarse o sencillamente movida por un instinto de imitación. Efectivamente, cuatro meses antes yo me había fugado de casa, aprovechando la ocasión que el padre, hombre muy temeroso de Dios, había convenido entregarme a una secta de devotos barones del campo, aún con el ardor de haber ganado la guerra.» De esta forma se presenta el poeta Miquel Bauçà y Rosselló y se hace difícil añadir algo más, dado que él mismo escribió en 1987 que, desde sus 18 años, «no creo que haya que mencionar nada en especial». En 1961 ganó el premio Salvat-Papasseit con Poemes d'un fugitiu, que sería publicado en 1962 como Una bella història. A partir de 1985, con Carrer Marsala inicia una etapa de escritura en prosa de difícil adscripción, mezcla de dietario, aforismo, observación detallada y a la vez, mágica de la realidad. Volvió a la poesía en 1992 con El crepuscle encén estels. En 1998 apareció su último libro El canvi, estructurado en forma de enciclopedia, donde expresa su personal y peculiar punto de vista sobre la vida. Su muerte, solo en un piso barcelonés donde vivía medio escondido, solo sirvió para alimentar más la leyenda que rodea al personaje y acrecentar el interés por su obra.

Portocolom

Para los aficionados al mar en pequeñas dosis, esta costa es ideal, afirmaba Josep Pla. Portocolom, topónimo ya documentado en el siglo XIII, es para los felanigenses simplemente "Es Port". Con población residente todo el año, continúa siendo lugar de veraneo, dados el buen clima y las cualidades del lugar. Tal vez las mismas características convencieron, en el siglo II aC, a los pobladores prehistóricos de los Closos de Can Gaià (yacimiento arqueológico), actualmente en proceso de excavación y situados en una zona estratégica para vigilar la entrada del puerto.

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