Este monumento es fruto de la colaboración entre el arquitecto Guillem Forteza, diseñador del jardín, y el escultor Esteve Monegal, autor de la escultura de bronce que remata el conjunto. Su construcción, hecha por suscripción popular, se prolongó durante casi 10 años debido a las discrepancias entre los autores.
La escultura representa a un niño con un pájaro en la mano, como símbolo del poema La Serra, que consiguió la Flor Natural en los Juegos Florales de Barcelona de 1905.
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