Los numerosos viajes que Jacint Verdaguer realizó también le trajeron a Mallorca, donde pudo contemplar y pisar los mismos paisajes que Ramon Llull, como es el caso de Miramar.
Un atardecer de los últimos de 1894 llamé a la puerta de la Ermita de Miramar, solicitando acogida, y los pobres ermitaños, de buen grato y con una cara que traicionaba la bondad de su corazón, me la dieron. Sobre la mesita del simple alojamiento que me ofrecieron, cerca del plato de sopa mallorquina seca y multicolor y de la escudilla de apetitosos hinojos marinos que me dieron para cenar, estaba, ¡vaya postre! El libro del amigo y del amado con unos comentarios en castellano. A pesar del sueño que tenía, los leí de principio a fin, y aquellos diálogos y cánticos, que sabía medio de memoria, me dieron una nueva impresión y en aquella soledad, a medianoche, delante de la imagen de su iluminado Autor, que lucía en un marco tan pobre como su hábito, en la pared, como primero y principal ornamento de la cámara, les encontré un nuevo sentido y un sabor místico superior al de todos los libros escritos de la mano del hombre.
Perles (Perlas), 1896
Traducido por Joana Caimari.
(Folgueroles, 1845 – Vallvidrera, 1902). La trayectoria de Verdaguer incluye géneros como la poesía épica y la lírica, la prosa narrativa y periodística y la literatura de viajes. Combinó la forma eclesiástica con el descubrimiento de la literatura clásica y moderna y, siendo estudiante, en 1865 fue premiado con los Juegos Florales de Barcelona. En 1877, cuando ya había regresado de su travesía por América, donde entró como cura, su obra L’Atlàntida es premiada en los Juegos Florales. Canigó (1886) destaca igualmente entre muchos otros títulos, entre los que se incluye también la prosa con referencias a viajes, observaciones e impresiones, como en Excursions i viatges (1887) y Dietari d’un pelegrí a Terra Santa (1888).
Los numerosos viajes que hizo también lo trajeron a Mallorca, donde pudo contemplar los paisajes de la isla en varias ocasiones. En Perles, Verdaguer se sumerge en el Llibre d’Amic e Amat de Ramon Llull para ofrecer los cánticos de Llull en verso.
Uno de los lugares más singulares de la Serra de Tramuntana es la finca de Miramar y su entorno, un paisaje montañoso y marinero que ató a Ramon Llull hace 700 años. El origen de la finca se remonta a la época musulmana, y después de la conquista cristiana de la isla se convirtió en monasterio de monjes cistercienses. Bajo el patrocinio del rey Jaume II, Ramon Llull creó en Miramar una escuela para misioneros que se dedicaron a aprender la lengua árabe y el arte luliano, que debían predicar en tierras lejanas.
Siglos después de permanecer en manos de diferentes órdenes religiosas, la finca de Miramar fue adquirida por el archiduque Lluís Salvador en el año 1872. Durante los años que el archiduque residió en Mallorca, Miramar recuperó el esplendor y muchas personalidades se hospedaron allí. Entre ellos destaca el gran poeta del Renacimiento catalán, Jacint Verdaguer: invitado por el archiduque, estuvo allí dos semanas, en una visita que le permitió conectar con la obra luliana y dio lugar al libro Perles, una reescritura en prosa del Llibre d’Amic e Amat, de Llull.
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