La iglesia primitiva nunca fue completamente abandonada ni se liberó del espíritu de los feligreses. Años más pronto, a su alrededor se formó una preciosa leyenda áurea que lo convertiría en el actual santuario de Consolación. No sabemos cómo, ni cuándo, ni de qué manera se forjó. Los pueblos que tienen un poco espesa la oscuridad de su historia, quieren aclararla con la belleza y la luz de las leyendas. Sólo una cosa tenemos bastante clara: La leyenda se fue creando cuando la iglesia se quedó sin el santo patrón para el que había sido construida. Dicen, pues, que un esclavo moro... que hacía de pastor en la posesión de Solanda, encontró en la cepa vacía de un olivo de los alrededores, entre resplandores que emergían desde dentro, una imagen de la Virgen, y celoso de su hallazgo, intentó guardarla escondida en un rincón de la alquería, encendiéndole una lamparilla de una concha de caracol con una pizca de aceite. Convertido después a la fe cristiana, participaría a los demás aquel secreto, que resucitó la veneración de todos. La imagen fue depositada en el altar mayor de la iglesia vacía, y comenzó así la nueva historia de lo que en adelante sería nuestro santuario de Consolación .
Pobles de Mallorca: “Santuari de Consolació”, 1988
Traducido por Carlota Oliva.
(Sant Joan 1917 – Palma, 1998). Poeta, ensayista y traductor. Está considerado como el último representante de la Escola Mallorquina. Miquel Gayà fue colaborador de la revista Lluc y en su labor ensayísitca escribió sobre autores como Miquel Ferrà o Guillem Colom. También contribuyó en los epistolarios de Miquel Costa i Llobera y Maria Antònia Salvà. De su creación literaria destacan sus poemarios L’atzur il·luminat (1944), Ruta dels cims (1951) o Miratges del record (1975).
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