Enrique Vila-Matas: Canyamel
Capdepera

                   

La alegría de ser extranjero

 

He pasado 11 días de agosto en el extranjero, en la playa de Canyamel, junto a las cuevas de Artà, Mallorca. Una experiencia nueva, no traumatizante. Después de todo, siempre deseé llevar a la práctica una idea de Elías Canetti en un aforismo: “Alguien se jura vivir en su propio país disfrazado de forastero hasta que le reconozcan. Muere, profundamente amargado, como forastero”.

El problema es que en Canyamel uno no puede jugar a disfrazarse de forastero; si eres mallorquín, catalán o de cualquier lugar de La Mancha, eres extranjero, en Canyamel, junto a las cuevas de Artà, desde el momento mismo en que pisas ese lugar. No creo que ocurra algo parecido ni siquiera si uno entra en la base norteamericana de Torrejón de Ardoz, porque allí el porcentaje de españoles debe de ser más alto. En Canyamel, más del 98% de la población es alemana. Canyamel tiene algo de experiencia piloto de lo que puede ser la isla de Mallorca en un futuro no muy lejano. Canyamel haría felices a esos dos parlamentarios alemanes que propusieron que la isla fuera una región (land) de Alemania. De este asunto se han reído mucho algunos mallorquines cuando, en realidad, no es ninguna broma.

Desde la ciudad nerviosa, 2000

Enrique Vila-Matas

(Barcelona, 1948). Escritor, autor de más de una trentena de obras que incluyen novelas, ensayos, crónicas y artículos de opinión. Su carrera literaria comenzó en 1973 con la publicación de una novela corta, al que le siguieron títulos como Historia abreviada de la literatura portátil (1985), Bartleby y compañía (2000), Desde la ciudad nerviosa (2000), El mal de Montano (2002), París no se acaba nunca (2003), Doctor Pasavento (2005) o Dietario voluble (2008), por muchos de los cuales ha obtenido numerorosos premios literarios.

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