El escritor francés Georges Bernanos describió los años de la Guerra Civil en Palma en el libro Los grandes cementerios bajo la luna.
He visto allí abajo, en Mallorca, pasar por la Rambla camiones cargados de hombres. Avanzaban con ruido ensordecedor, junto a las terrazas multicolores, recién limpiadas, todas mojadas, con alegre murmullo de fiesta mayor. Los camiones eran grises debido al polvo de las carreteras, como lo eran también los hombres que se sentaban en ellos, de cuatro en cuatro, con las gorras grises colocadas de través y las manos alargadas sobre los pantalones de algodón, muy gentilmente. Los arrestaban cada noche en las aldeas perdidas, a la hora en que regresaban del campo; emprendrían el último viaje con la camisa adherida a los hombros por culpa del sudor, con los brazos todavía llenos del trabajo de la jornada, dejando la sopa servida sobre la mesa y una esposa que llegaba demasiado tarde al umbral del jardín, sofocada, con un hatillo apretado en un pañuelo nuevo: Adiós! Recuerdos!
Les grands cimetières sous la lune (1938)
Traducido por Carme Castells. Recitado por Arnau Aguiló.
(París, 1888 – Neuilly-sur-Seine, 1948). Nacido en París, Georges Bernanos creció en el norte de Francia, donde recibió una educación católica y de profunda convicción monárquica. Formó parte la Action Française, movimiento nacionalista de derechas. Su primer éxito literario fue con la publicación de Sous le soleil de Satan, donde expresaba ya sus obsesiones: la deshumanización, el poder del mal y la búsqueda del estado de gracia. Casado y padre de seis hijos, su vida estuvo llena de dificultades y estrecheces. A finales de 1934 se instaló en Mallorca, en busca de un lugar más amable y económico para vivir. En la isla estableció contacto con escritores como los hermanos Villalonga, y los cafés del Born de Palma fueron sus lugares predilectos para escribir. Al estallar la Guerra Civil, Bernanos -hombre de derechas, católico y monárquico- pronto se manifestó partidario del alzamiento militar; sin embargo, rápidamente al comprobar la brutal represión ejercida sobre las víctimas inocentes decidió regresar a Francia.
En 1938 publicó Les grands cimetières sous la lune, que había empezado a escribir en Mallorca. Su novela descubre sus experiencias durante estos primeros años de la guerra, desde su entusiasmo inicial hasta la decepción y desánimo por la brutalidad de los asesinatos de tantos inocentes. En el libro se muestra crítico con el régimen franquista.
El paseo de La Rambla se construyó sobre el antiguo lecho de la Riera, una vez que el torrente fue desviado fuera de las murallas de la ciudad en 1613. La Casa de la Misericordia en un extremo y el Teatro Principal en el otro enmarcan una de las vías más concurridas de Palma. Es un paseo rodeado de conventos, hecho que le da singularidad a su fisonomía. Cabe destacar el convento y la iglesia de Santa Magdalena, que en sus orígenes fue un hospital construido inicialmente como hospital, poco después de la conquista de Mallorca por Jaume I, en 1229.
El paseo central está sembrado a ambos lados de Platanus, árboles propios de riberas húmedas. Su frondosidad da una sensación de frescos muy apreciada por los viandantes durante la época veraniega. Como es habitual en las ramblas de la cuenca mediterránea, en la de Palma hay instalados quioscos dedicados a la venta de plantas, flores y ornamentación floral.
Su ubicación en el centro de la ciudad ha hecho de La Rambla testigo de los hechos históricos más importantes acaecidos en Palma. La Rambla es también recurrente escenario literario, que aparece en las novelas de escritores como los palmesanos Carme Riera y José Carlos Llop.
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