El poeta Bartomeu Fiol sentía fascinación por el mundo judío como dejó patente en el poemario Càbales del call.
El call es un lugar más bien decolorado,
De madera polvorizada por el ansia de la carcoma
Y de arenisca devorada por el sol huero o negro.
Y sin embargo, el call también es lugar sagrado
Como cualquier otro, en este mismo instante, ahora y siempre.
El call nos da un poco de cobijo
a una comunidad o bandada de asimilados desaforados,
de sentimientos y pensamientos muy variados
porque toda tradición fue aquí anihilada
y destripada y desvanecida, hace ya tiempo.
El call no es más que un sitio imaginario
que contrasta con el hábito de las pesadillas
a pesar de que ambos pertenezcan al pasado:
con las pesadillas poco podemos hacer
pero, en el call, tal vez pueda activarse el pasado.
Càbales del call, 2005
Traducido por Carme Castells. Recitado por Joan Fullana.
(Palma, 1933 - 2011). El escritor Bartomeu Fiol es un poeta singular, considerándose a sí un outsider del mundo literario, desde la posguerra en Mallorca. En toda su producción, la poesía es el medio medio a través del cual se puede conocer mejor la realidad. Licenciado en Ciencias Políticas, se dedicó profesionalmente a la hostelería, desarrollando en paralelo una poesía densa y profunda, sin concesiones a la facilidad, hecho que demuestra su rebeldía ante la realidad. En su poesía, rupturista, hay temas frecuentes: las tensiones propias de la humanidad contemporánea, el paso del tiempo, la muerte y la reflexión sobre la sociedad balear. Bartomeu Fiol crea en su obra el mito de Cavorques identificando Mallorca con una sociedad destruida física y moralmente. Entre sus obras cabe mencionar Calaloscans (1966), Camp Rodó - que obtuvo el Premio Ciutat de Palma-Joan Alcover en 1973 -, y Cave carmina, cape canes (1998), galardonado en los Premis Cavall Verd. Con Càbales del call (2005), uno de sus últimos libros, Bartomeu Fiol obtuvo el premio Carles Riba, uno de los más prestigiosos de la poesía catalana. En este volumen, Fiol aborda con espíritu crítico la indiferencia colectiva con la que se ha permitido en Mallorca el maltrato de la minoría judía. Ante eso, propone la creación de una judería ideal, en dónde rehacer la memoria truncada.
La población judía que habitaba la ciudad de Palma se concentraba en la zona llamada El Call, la judería, entre las calles Sol, Montision y Seminario Antiguo. La judería estaba protegida por los muros y se accedía a través de cuatro puertas de entrada distribuidas a lo largo de su perímetro. Las casas se articulaban en torno a huertos interiores, y la población vivía en la más estricta intimidad, con un sistema organizativo propio. El aumento de la población obligó esta comunidad a adquirir viviendas fuera del barrio protegido por los muros, cosa que les hizo más vulnerables. Aunque durante siglos habían mantenido buenas relaciones con las poblaciones musulmana y cristiana, a finales del siglo XIV empezaron los primeros asaltos contra la población judía y las conversiones obligadas. La comunidad judía desapareció oficialmente en 1434. Sin embargo, mucha de su población continuó con sus prácticas religiosas a escondidas, y fue perseguida y condenada a muerte por el tribunal de la Inquisición. Tales persecuciones contra la cultura judía explican que la mayoría de su legado arquitectónico haya desaparecido.
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