Durante su estancia en Valldemossa, Chopin mantuvo una prolífica correspondencia con su amigo Julian Fontana.
Tienes que imaginarme así: entre el mar y las montañas en una gran cartuja abandonada, alojado en una celda que tiene las puertas más grandes que las mayores cocheras de París. Imagíname sin guantes blancos, con los cabellos sin rizar, pálido como de costumbre. Mi celda tiene la forma de un ataúd de gran tamaño, con las bóvedas recubiertas de polvo y una ventana, pequeña, que da sobre naranjos, palmeras y cipreses. Frente a mi ventana, bajo un rosetón recortado al estilo morisco, está mi cama. Al lado, una mesa de escritorio, vieja, hundida, con un candelabro de plomo - es un gran lujo -, y su candela de sebo. Las obras de Bach, mis manuscritos, mis notas y algunos otros papeles, he ahí todo cuanto poseo. Impera una calma absoluta; se puede gritar muy fuerte sin que persona alguna pueda oírte. En una palabra, te escribo desde un lugar muy extraño.
Lettres écrites à Julian Fontana (1838-1839)
Traducido por José María Almagro.
(Polònia, 1810 – París, 1849). Frédéric Chopin nació en Polonia en un entorno familiar culto y muy pronto destacó por sus cualidades musicales. Cursó estudios musicales y abandonó su país para viajar por Europa. Se instaló en París, la capital cultural del mundo en aquel momento, y estableció contacto con los grandes artistas de la época. En París se convirtió en un músico y compositor reputado: entre el público de sus conciertos se podía ver a Listz y Mendelssohn. También fue en París donde conoció a la escritora George Sand, con quien mantuvo una relación sentimental hasta pocos años antes de su muerte en 1849.
De salud débil desde niño, contrajo la tuberculosis. Con George Sand decidió viajar a Mallorca, buscando un clima más benigno para su enfermedad, y se instalaron en la Cartuja de Valldemossa. La diferencia cultural con una Mallorca rural y atrasada en comparación con el París de los primeros decenios del siglo XIX no facilitaron su estancia en la isla. Sólo residieron dos meses en la Cartuja, de noviembre de 1838 a enero de 1839 pero la celda que ocupó le inspiró algunas de sus grandes obras. Durante este período escribió cartas desde la Cartuja a sus amigos de París, sobre todo a Julian Fontana, gran amigo y cómplice de sus inquietudes, corrector de sus manuscritos y editor de la obra póstuma. Estas cartas nos ayudan a conocer un poco más Chopin y a comprender el malestar del compositor durante su estancia en Mallorca.
En 1930, el compositor mallorquín Joan Maria Thomàs creó el Festival Chopin – el primero que se celebró en el mundo - con la colaboración del matrimonio Boutroux-Ferrà, que le ofreció el uso de la celda número 2 de la Cartuja de Valldemossa como sede del Festival. Durante años, el Festival no se pudo celebrar a causa de la situación política de España, pero la iniciativa fue retomada en 1981. La Asociación creada para continuar con el Festival ha logrado reunir a los músicos más prestigiosos del panorama internacional en el claustro de la cartuja, escenario perfecto para rendir tributo a la memoria del pianista.
Por otra parte, la Cartuja mantiene abiertas al público las celdas que ocuparon Chopin y George Sand, en las que se conservan documentos originales de su estancia en la isla.
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