Escrito en mallorquín, en Somnis d’estiu ran de mar, el Archiduque muestra la sensibilidad que le provocan todos los parajes de la Costa Norte, aquí se hace eco de cuando aún había focas monjes por Llucalcari.
No hace ni cincuenta años que las focas monje abundaban en estas costas. Habitaban en las húmedas, oscuras y secretas cuevas marinas; verdaderas habitaciones de Nereidas dentro de las cuales se retiraban como a seguras fortalezas. Entre las algas y los escollos pasaban su existencia no siempre tranquila, porque a veces, algún rico propietario organizaba contra ellas una cacería. Se ponía, estirada, frente a la pequeña boca de la cueva una fuerte red, y, nadando, se metían hombres que hacían ruido para que salieran de sus escondrijos, mientras, los cazadores colocados en una barca cerca de la cueva, justo cuando los animales salían y con sus miradas espiaban el entorno, disparaban a traición contra ellas. Usaban su piel pera hacer bolsas de tabaco. Las focas monje tampoco eran agradables vecinos para los pescadores pues a menudo les cogían el pescado de sus redes, pero eran un bello ornamento de la costa y es una verdadera lástima que los hayan aniquilado. Hace poco todavía me dijeron haber visto uno, cerca de Lluchalcari, pero desapareció sin que lo atraparan.
Somnis d’estiu a ran de mar, 1912
Traducido por Carlota Oliva.
(Florencia, 1847 - Bohemia, 1915). La figura de s’Arxiduc, como se le conocía en Mallorca, oscila entre la realidad y el mito, la historia y la leyenda. Sus excentricidades y relaciones, transmitidas oralmente, han contribuido a crear una imagen fantástica de un personaje real. El Archiduque Luis Salvador siempre destacó por su gran inteligencia. Le interesaban especialmente las ciencias naturales y, gracias a su posición acomodada, pudo dedicar toda su energía y pasión a fines científicos. También tenía una gran habilidad para los idiomas, la pintura y el dibujo. Incluso ilustraba él mismo sus trabajos científicos y literarios.
El verano de 1867 visitó Ibiza, Formentera y Mallorca por primera vez. Le atrajo especialmente Mallorca, y desde 1872 pasó largas temporadas en la isla. Llegó con 24 años y permaneció cuatro décadas: Mallorca fue su segunda patria hasta que el inicio de la I Guerra Mubndial le obligó a partir. Las Baleares descritas por la palabra y la imagen es su obra magna, recogida en nueve volúmenes. Es un estudio minuciosa de las islas: paisaje, gentes, economía, tradiciones, fruto del interés del Archiduque por conocer (y dar a conocer) con detalles el territorio que lo acogió.
Redactado en mallorquín, en Somnis d’estiu ran de mar expresa los sentimientos que le suscitan los paisajes de Miramar y Sa Foradada. Los viajes, los sueños y la costa le llevan a escribir una de sus últimas obras, quizá la más íntima, donde como una reflexión sobre la naturaleza ésta se vuelve fantàstica y el deseo de descubrirla.
En la costa, a poca distancia de Deià encontramos la aldea de Llucalcari, que en el siglo XIII destacó como la alquería más importante de Deià. El Núcleo cuenta con un oratorio y algunas casas antiguas con torres de defensa. Es un paraje que por la proximidad de la costa y la pequeña pendiente donde está situado, se unen hasta mezclarse el mar con la montaña.
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