Aunque no fue gran viajero y estaba muy apegado a su Provenza natal, Jean Giono residió brevemente en Mallorca, curiosamente aquí, en Son Sardina.

Fuera de las carreteras principales, solo hay caminos y pistas, donde es posible pasear con total tranquilidad...  Poco a poco, podemos distinguir la canción de los pájaros, el grito de los insectos, el sonido aterciopelado del viento sobre las diferentes hojas. Los olores, incluso el de la amargura de las flores de almendro y de las higueras en la savia, te transportan más rápido que las carabelas más modernas. ¿Quieres hacer un viaje? Ahora es cuando realmente lo haces, sobre tus dos pies, con tus cinco sentidos... Por lo tanto, aprendemos que viajar no es un medio sino un objetivo...

La chasse au bonheur “Les Joies de l’ile”, 1969

Traducido por Carlota Oliva.

(Manosque, Francia, 1895 – 1970). Entre la literatura y el cine, el escritor y guionista francés Jean Giono se sintió a lo largo de su vida muy arraigado a su Provenza natal, y así lo plasmó en su obra. Durante los años que duró la Primera Guerra Mundial fue enviado al frente de Verdún y la experiencia bélica le marcará profundamente y se convertirá en un pacifista convencido.

A partir de su primera novela Colline, (1928) se dedicó plenamente a la literatura, la cual impregnó de los valores que lo definían: pacifismo, ecologismo y humanismo. Las referencias a su amor por la naturaleza son una constante en su obra. El escritor de El hombre que plantaba árboles (1953), transmite un mensaje ecologista situándose en su tierra y paisajes. Sus novelas se han convertido en grandes clásicos de la literatura francesa del siglo XX como por ejemplo  El húsar en el tejado (1951) o Un rey sin diversión (1947).

A pesar de no ser un gran viajero, su obra evoca a menudo largos viajes o marchas, e incluso se le apodó  "viajero inmóvil". Exceptuando breves estancias en Mallorca e Italia, residió mayoritariamente en su localidad provenzal.

"Les joies de l'île" (1969) pertenece a la recopilación La chasse au bonheur, que la editorial Gallimard publicó en 1988 con de las crónicas aparecidas inicialmente en prensa entre 1966 y 1970.

Una posesión documentada ya desde el siglo XVII da el nombre al núcleo de Son Sardina. La estrecha relación del lugar con los cursos de agua se aprovechó para la situación de varios molinos y el cultivo agrícola. Hacia finales del siglo XIX la fábrica de tejidos Ribes hizo llegar la industria al barrio, convirtiéndose en un importante enclave de la economía textil de la época. Con el crecimiento turístico la actividad agrícola e industrial fue en detrimento de la dinámica residencial. En el ámbito arquitectónico y cultural, Son Sardina conserva hitos relevantes como la cruz de término, la iglesia y muestras de arquitectura tradicional. El núcleo cuenta con una calle dedicada al escritor Jean Giono.