Josep Carner: Fornalutx
Fornalutx

Un enamorado de Mallorca, Josep Carner nos presenta en este poema el paisaje de Fornalutx humanizado.

Entre montes azules y morados

donde en la hora que la tarde muere

hay lentas humaredas encantadas

Fornalutx es pequeño como una flor. Pasan las aguas por los valles calmos

con un quieto y suavísimo lloro,

y brillan codiciadas y súbitas

en oscuras hojas las naranjas de oro. El pueblo es cuesta arriba sin descanso,

las mujeres se sientan en los pequeños rellanos,

huele a flores, murmullo de plegarias. Sobre un vivir suave y bendecido

como cuento de miedo se alza la noche

con ojos de fuego de carboneras solitarias.

«Fornalutx» Segon llibre de sonets, 1907

Traducido por Sebastià Vidal. 

Josep Carner i Puig-Oriol

(Barcelona, 1884 – Brussel·les, 1970). Poeta, periodista, dramaturgo y traductor. Estimulado por el ambiente familiar, fue un escritor precoz y a los 12 años ya colaboraba en «L’aureneta». Colaborador de «La Veu de Catalunya», editor, desde 1920 se dedicó a la carrera diplomática, por lo que se aleja físicamente del país, con estancias en Europa, América y Oriente Medio. 1939 marca el inicio de su exilio, primero en México y más adelante en Bélgica, donde fue profesor de la Universidad Libre. En 1970, pocos meses antes de morir, volvió a Cataluña.

Dirigió la revista «Catalunya» (1903-1905) que constituyó la base de difusión del Noucentisme, donde contó con colaboradores como Eugeni d'Ors y desde la cual se establecieron sólidos vínculos con algunos escritores mallorquines. Los frutos sabrosos (1906) primer libro de éxito del autor, donde establece, con el pretexto de los frutos y del paso del tiempo, algunos de los valores noucentistas: la cordura, el dominio de la naturaleza, la serenidad, etc. Le seguirán muchas otros recopilaciones poéticas hasta El tomb de l’any (1966), todos ellos reunidos en las Obres completes (1968). Traductor impecable de Dickens, Twain, Andersen, etc., además de autor de cuentos. Su obra y su modelo de lenguaje han ejercido notable influencia en la literatura catalana posterior. En el poema, el paisaje de Fornalutx se nos ofrece humanizado, al servicio del hombre como gustaba a los noucentistas, bien ordenado y apacible, protegido por los «ojos de fuego» de los silos en la montaña.

Fornalutx

Fornalutx tiene una personalidad propia en el conjunto del valle y conserva hoy en día un paisaje y un ritmo de vida que atrae a visitantes de todo el mundo. Ya lo captaron los escritores, como Miquel Ferrà o Josep Carner. Todos los que lo han descrito se han referido al torrente murmulloso, el silencio de las calles empinadas, las casas antiguas, las viejas parras sobre las pilastras, las galerías de balcones de madera, la piedra en las escaleras y en los muros.

Seguramente no tan silencioso como ya fue, Fornalutx se conserva. El inmenso encinar de Monnàber, propiedad de la familia del poeta Guillem Colom, forma una cabellera protectora sobre el pueblo. Carner describe una actividad ya abandonada: la producción del carbón vegetal, con las carboneras como ojos que velan durante la noche entera. No olvida mencionar la naranja, la fruta emblemática del valle.

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